SEGUNDA VEZ QUE CASTILLO SALVA LA VIDA DE MADERO

Sucedió en el Palacio Municipal de Ciudad Juárez:

 (…) En esos momentos observé que Villa traía al señor Madero estirándolo de un brazo y que el señor Madero se resistía. Luego corrí, abriendo la gente hacia donde Villa hacía esfuerzo para sacar de la puerta al señor Madero, al tiempo que oí que Villa le decía:

-¡Camine! ¡Camine!

Y el señor Madero le contestaba:

-¿Por qué me llevas?

En ese momento que yo llegaba, mi hermano Apolonio y Carlos Aguirre, que estaban de guardia en la puerta, uno cogió al señor Madero y otro a Villa, los apartaron; luego que se vio libre de las garras de Villa, daba voces:

–¡Fusilen a Villa!

Villa corrió a su cuartel a traer más gente y el señor Madero se dirigió hacia donde estaba un automóvil. Observé que Orozco lo seguía, diciendo:

–Dese por preso.
 

La intervención de Castillo impidió que Orozco disparara contra Madero. Pero el estira y afloja siguió.

 

(…) El señor Madero, tan pronto se montó en su auto, empezó a gritar a las tropas que estaban presentes.

-¿A quién obedecen ustedes, a mí o a Orozco?

Unos gritaban «¡a usted»; otros, «¡a Orozco!», y otros, «¡a los dos!». Orozco y Madero seguían averiguando. Orozco le decía:

-Dese usted por preso, Madero.

-No hagas uso de tu pistola -le decía el señor Madero.

-Si se hace necesario, sí lo hago -contestó Orozco.

-Hombre -contestó el señor Madero- dame un abrazo… todo está arreglado.

-No señor, dese por preso. Usted es un hombre inútil, inservible, no es capaz para dar de comer a la gente… ¿Cómo podrá ser presidente? (…)

Finalmente, a regañadientes y atendiendo «las súplicas de muchísima gente» presente en el altercado, Orozco estrechó la mano que le tendía Madero.

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